Testimonio de Eduardo Navascues, soldado
conscripto sobreviviente del ataque al cuartel de La Tablada en el año 1989
“Fue como cruzar el infierno”
El 23 y 24 de enero
de 1989, durante el gobierno del Dr. Raúl
Alfonsín, fueron dos días de mucha
confusión ¿Volvían los ataques a los cuarteles militares? Las imágenes que nos
llegaban por tv eran del intento de ocupación de los cuarteles del Regimiento
de Infantería Mecanizado 3 en La Tablada (BA), por parte de miembros del
Movimiento Todos por la Patria (MTP), dónde resultaron muertos 32 guerrilleros,
9 militares y 2 policías.
El MTP tenía su
núcleo principal en el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo), siendo uno de
sus líderes Enrique Gorriarán Merlo.
Recordando esa fecha
y los hechos, nos comunicamos con Eduardo
Navascues, residente en Mar del Plata, que estuvo en el cuartel para esas
fechas, como soldado, cuando todavía existía el Servicio Militar obligatorio, y
nos decía,…
![]() |
Eduardo Navascues (de remera celeste)
saluda a un camarada en un acto recor-
dando el ataque al cuartel.
|
(…) el 23 de enero
de 1989 a las seis menos cuarto de la mañana estaba durmiendo, yo era colimba
(soldado), y me desempeñaba como conductor de ambulancia, me quedaba un mes y
pico para la baja y dormía en el fondo del cuartel.
A esa hora siento
que rompen la puerta del edificio, disparos y gritos, yo estaba durmiendo, en
calzoncillos pregunté “¿Quién está ahí?”, me gritan que salga que salga, abro la
puerta y veo un par de tipos y de mujeres con ropa de civil, algunos con pelo
largo. Me gritan, me empujan, me pegan, me arrastran contra una pared, y me
preguntan donde están las armas, y empiezan a tirar tiros, estaban armados con
FAL, escopetas y pistolas.
El soldado muerto en
la entrada, que se ve en las imágenes era mi amigo Tadeo Taddia, lo matan, como yo digo, por portación de escoba,
estaba barriendo en la guardia, desarmado y lo acribillan.
Nosotros, cómo
soldados, no estábamos preparados para ser prisioneros, te entrenaban en el
cuartel para una guerra, pero lejos de esto.
Me preguntaban de
los túneles, las armas y por los demás soldados, me hacen salir fuera del edifico,
empiezo a correr, empiezan a tirar al lado tuyo ¡Me tiraban para correr! hasta
ese momento estaba solo,… se veía gente tirando por todos lados, veías
fogonazos y tiros de una lado y del otro.
Los patrulleros
llegan porque un soldado escapa del puesto uno y va una estación de servicio y
llama por teléfono a la policía.
En el cuartel, dónde
estaba el comedor de tropa, estaban los guerrilleros y enfrente estaba el casino
de oficiales con militares,…los tipos iban en hilera, yo en el medio, delante
de mí venia una mujer y le pegan tres o cuatro tiros, no la matan pero se gira
y se me cae encima, toda bañada en sangre, y tenía una escopeta.
Yo pongo las manos
adelante, por impresión o asco no sé, el tipo que venía atrás habrá pensado que
quería sacarle el arma y me pegaron con un fusil en la cabeza,…me dieron duro,…la
mujer cae al piso, me la hacen cargar a mí, se meten en el casino de
suboficiales, me hacen poner la mujer en un cama, me meten en una habitación
solo, en el dormitorio de al lado había más rehenes, eran suboficiales, había
unos cuantos de ellos caminando por un pasillo, pues había dormitorios de un
lado y del otro, nos tenían controlados.
En una de esas traen
a otro colimba, Héctor Cardozo, en la
habitación no podíamos levantar la cabeza, porque el dormitorio daba la plaza
de armas y enfrente estaba la policía y el ejército, veías como entraban los
tiros y pegaban en la pared.
Volvió a entrar esta
gente, a preguntar por los túneles, por las armas y yo digo siempre lo mismo, no
soy muy creyente pero le juré por Dios y todos los santos que no sabía nada, yo
era colimba, yo no sabía nada de lo que pasaba ahí.
Empiezan a llegar
los tanques, no me asomaba ni miraba ¡Eran millones y millones de tiros! una
mujer adentro gritaba “¡Acá no se rinde
nadie!”.
Con Héctor Cardozo
nos abrazamos, porque teníamos mucho miedo, yo lo conocí recién ahí, pues en el
cuartel éramos como 2000 colimbas,…en un momento se calma, yo fumo y él también,
compartimos el último pucho, en una de esas entra a vibrar el piso, eran los
tanques que entraban por la plaza de armas, vibraba todo el edificio ¡Son
monstruos! Y sabíamos que iban a tirar
Aparece el Cabo 1° Raúl Alberto García con un arma, que
también estaba de rehén, pero no sé como zafó, dice que nos cubramos, Héctor se
mete debajo de la cama y yo debajo de un placard y justo en la habitación que
nosotros estábamos, entra un cañonazo, donde yo me lleno de esquirlas todo el lado
derecho del cuerpo y Héctor Cardozo
muere. Era el primer día el cambio de destino del Cabo, un tipazo, tarde 20 en
volverlo a ver, fue tremendo.
El Cabo García me
saca a la parte abaja del edificio, los policías y militares tiraban ¡Era horrible!,
los guerrilleros estaban en la parte de arriba, el fuego del edificio era
terrible, los caños del agua eran de plomo, se fundían, se caían y te quemaban.
En un momento me
dice que me quedara ahí, que iba a salir y le tiraron de todos lados, él estaba
de civil, se mete adentro. Después agitamos una bandera blanca para salir, y la
gente de arriba seguía tirando,…la plaza de armas es muy grande sin un árbol,
nada, y nos pusimos a correr como 200 metros hasta donde estaban los militares fue
como cruzar el infierno, nos dicen que corramos con las manos en alto, el cabo
me envolvió con una sábana por las heridas,…las personas quemadas, mutiladas que
se veían, ese olor lo tengo gravado en la cabeza,…en un asado cuando ponen el
pollo me voy de la parrilla, me trae recuerdos,…
Nos tiraban de
arriba, ves los piques de los tiros, íbamos corriendo los dos juntos de golpe
él se cae, era en la noche en medio de la plaza de armas, yo seguí corriendo 3
o 5 metros, me volví, lo agarré lo levanté y corrimos los dos juntos para
llegar a donde estaban los militares,…yo siempre pensé que era un fantasía, que
era mentira, pero cuando nos encontramos a los 20 años, él lo contó.
Me cargaron en una
ambulancia civil blanca, que estaba adentro del cuartel y cuando estaban
saliendo, le empieza a tirar. Me llevan al hospital de La Matanza, me empiezan
a curar, después me llevan al Hospital Militar Central, yo no tenía noción de las
horas no me acuerdo cuanto días estuve internado, yo había recibido heridas,
golpes en el estómago, en el bazo, 27 o 29 esquirlas metálicas, yo todavía
tengo clavadas en hueso, en la cara otra en el brazo y dos en las costillas.
![]() |
Eduardo Navascues saluda
a la madre de un soldado caído
en el cuartel de La Tablada.
|
…………………………………………………………………
Cuando le realizan
el juicio a los culpables de la toma del cuartel, comienzan a aparecer pintadas
con amenazas, para que no fuera a declarar, frente a la agencia de autos de mi
hermano, también pintaron el portón de la casa de mi viejo y realizaron
llamadas telefónicas intimidatorias.
Mis padres me mandan
a España y cuando termina el juicio vuelvo a la Argentina. Al tiempo me llaman
y me dicen que estas denunciado en Amnesty, como que fui testigo cuando
maltrataban a una mujer, la que me hicieron cargar los guerrilleros.
Me denuncian que la
mujer se entrego con vida y los militares la mataron, me citaron en el Juzgado N°
3 de Morón, ahora, ¿Nadie lee un expediente? En CrónicaTv, Revista Gente, se ve
que me escapé el día 23, y de ahí estuve internado en La Matanza y en el
Hospital Militar Central ¡Y me acusan que el día 24 me entregué con esta mujer
en vida!
Cuando se dieron que
estaban equivocados me dejaron tranquilo.
A los 20 años pensamos
que iba a haber un reconocimiento,…nada,…a los 25 años hicimos un pequeño
homenaje nosotros solos, y los padres de Tadeo
Tadía, que también perdieron otro hijo en el conflicto del año 1982, se
acordaron de sus hijos,…el dolor más grande fue después de La Tablada es sentirte
ignorado,…a mí me arruinaron la vida
En este momento yo
tengo mi hijo, que tenía mi edad en ese momento, 19 años, y para mí es un nene
¡Te parte peor el corazón, pues me imagino como estaba yo!
………………………………………………………………….
Un testimonio
desgarrador, que muestra una parte de nuestra historia no tan lejana.
gracias solo gracias , por no olvidar
ResponderEliminarEs una obligación como argentino.
Eliminar